Me encantó la idea que propuso la compañera Dolores Ojeda, ya hace tiempo. Nos invitaba que los alumnos reelaboraran medicamentos para aliviar algún contenido Acepté este nuevo reto para evaluar un contenido ortográfico. Explico cómo planifiqué la secuencia.
Primero, hicimos una rueda en la que cada alumno respondía que le gustaría que le solucionase una píldora. La mayoría de las respuestas se centraron en el ámbito personal o familar. En cambio, un alumno deseó que le resolviera sus dudas con el catalán. Caliente, caliente.
Repartí unos anuncios de productos medicinales de varias épocas. Así formé cuatro grupos para que cada uno analizara un anuncio. Después, visionamos una escena de Mary Poppins. Aproveché los grupos para consensuar un guión para grabar un podcast y para idear un medicamento.
Una vez, recogí las diferentes propuestas de guión. Animé al grupo para que fijáramos las normas ortográficas del contenido. Ellos recordaban cómo se escribe la s sonora mientras yo les contraponía lo que habíamos visto de la s sorda.
Al final, pedí que cada grupo creara un producto que solucionara las posibles dudas ante este contenido ortográfico. Primero, rechistaron y se hiciero los remolones. Pero en seguida se pusieron manos a la obra. Discutieron bastante: primero, para entender las normas; después, en contrastar ejemplos y al final saberlo concretar dibujándolo.
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Las cuatro propuestas presentan las mismas características: originalidad, creatividad, altas dosis de concreción; pero, por encima de todo, diversión. Gracias al Pensamiento Visual convertimos en un juego un contenido aburrido.
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